En los próximos tres años, el agua potable de Estados Unidos podría volverse más segura en relación con los químicos potencialmente tóxicos que se han detectado en la sangre del 98% de los estadounidenses.
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) son una familia de químicos sintéticos que no se desintegran fácilmente en el medio ambiente. Varios PFAS se han relacionado con problemas graves de salud, incluyendo el cáncer, problemas de fertilidad, colesterol alto, desajustes hormonales, daño hepático, obesidad y enfermedades tiroideas.
La Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA, por sus siglas en inglés) propuso este martes nuevos límites estrictos para seis químicos PFAS en los sistemas de aguas públicos. Bajo la nueva normatividad, los sistemas de agua que proporcionen servicio al menos a 15 conexiones de servicio o 25 usuarios tendrán tres años para implementar medidas de comprobación de niveles, notificar al público los niveles de PFAS y trabajar para reducirlos si los niveles superan la norma permitida.
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