El próximo presidente de Brasil tendrá que gobernar con un Congreso Nacional claramente conservador. Si el elegido en la segunda vuelta es Lula da Silva, lo tendrá francamente difícil. La formación de Bolsonaro, el Partido Liberal (PL), tendrá la mayor bancada de la Cámara de Diputados, con 96 escaños. La Cámara baja tiene 513 asientos, pero para el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula será casi imposible construir una mayoría, ya que en entre las decenas de partidos con representación, la mayoría estarán en el margen que va del centro a la extrema derecha.
Aunque la izquierda puede apuntarse algunos tantos en el campo de la representación de las minorías (han sido elegidas las primeras diputadas trans y dos indígenas), lo cierto es que son una excepción a la regla. El Congreso seguirá siendo mayoritariamente masculino, blanco y de derechas.
Bolsonaro ha conseguido colocar a muchos de los suyos en el poder legislativo. Entre los nuevos representantes de la derecha, estará, por ejemplo, el exministro de Salud Eduardo Pazuello, un general del Ejército cuya gestión de la pandemia fue ampliamente criticada, pero que se ha convertido en el diputado más votado del estado de Río, con casi 200.000 votos. Otro de los más votados fue el exministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, famoso por haber desmantelado los órganos de control ambiental y estimular la deforestación ilegal en la Amazonía.
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